lunes, 11 de agosto de 2014

Cocina energética: La vitalidad de cada día

Es de la comida de donde el cuerpo saca su fuerza y su dinamismo. ¿Qué ingredientes conviene priorizar? ¿Cómo cocinarlos y combinarlos? El alimento es un carburante vital y necesario que reclama el cuerpo y el cerebro. Además del placer que se siente a la hora de degustar unos productos frescos, locales y de temporada, cada cual dispone de un potencial energético: los nutrientes de unos construyen las paredes celulares, los de otros nutren las fibras musculares o mantienen la vitalidad cerebral.

Algunos de nuestros comportamientos, como comer demasiado o muy rápido, con mucha azúcar, mucha sal o demasiada grasa, pero también mezclando estrés con café o tabaco con alcohol, van minando a diario la vitalidad del organismo. Esto no impide que en pocos días se pueda recuperar una buena parte de lo que se ha perdido.
Basta con superar esta fase componiendo platos a base de productos de temporada, poco elaborados, cocinados a punto y consumidos en el momento oportuno, con el fin de degustar un plato cargado de nutrientes y sabroso al mismo tiempo. Hoy queremos mostrarte las claves de la cocina energética, ¿quieres conocerlas?

Ni demasiado cocido ni demasiado crudo

Pérdida de minerales, de enzimas y de vitaminas, así como proteínas dañadas: la cocción no parece que sea el mejor aliado para la vitalidad. Cuanto más fresco es un producto, y si está poco cocinado, más cantidad de enzimas puede aportar al organismo, aportando verdadera energía a nuestro cuerpo .
Entonces, ¿se trata de decantarse por la alimentación cruda para recuperar un máximo de nutrientes? No forzosamente, puesto que si la cocción los destruye en parte, también es cierto que los hace más digestos. Los alimentos crudos y el frío cansan, hinchan, y nos hacen perder energía, ya que el metabolismo busca calentar el alimento antes de digerirlo.
Esto suele ocurrir en invierno, puesto que nuestra apetencia natural se orienta hacia una alimentación templada o caliente, que estimule la zona de asimilación y facilite la digestión. Por lo tanto, se busca el equilibrio entre lo crudo y lo cocido, comenzando si es posible por lo primero, con el fin de aprovechar al máximo las enzima vivientes del segundo.

Cuidado con la acidez

Nuestro organismo funciona con el frágil equilibrio entre las bases y los ácidos. Mucha acidez lo cansa, puesto que debe neutralizarla tirando de las células, las neuronas y de los huesos, provocando al final una desmineralización.
Para restablecer el equilibrio ácido-base basta con reducir el consumo de alimentos ácidos y priorizar el de nutrientes alcalinos. Ten en cuenta que el carácter ácido o suave no está relacionado con la percepción gustativa, sino con la forma que adquiere el alimento una vez digerido por el intestino. El limón, por ejemplo, contiene ácido cítrico, pero también sales minerales que lo hacen alcalino. El zumo de medio limón en un vaso de agua templada por la mañana drena el hígado y los riñones, y combate la acidez oxidante.
Por esta razón, se debe limitar el consumo de azúcares refinados, grasas saturadas y de ácidos grasos "trans": cereales blancos, margarina, queso, yogur, carnes, bebidas industriales, ciertos tipos de alcohol, agua con gas, té negro, pasta, huevos...
Sin embargo, conviene priorizar los alimentos alcalinos, como verduras verdes y de colores, yema de huevo separada de la clara, ostras, semillas germinadas, frutas de temporada, castañas, plátanos, frutos secos (almendras, pasas, dátiles...), aguacate, leche vegetal... 


Estas son las claves de la cocina energética: si sientes que no te da el cuerpo para cumplir con todo lo que tienes para hacer mañana, entonces tal vez estás errando en tu alimentación. Sigue nuestros consejos y cuéntanos cómo te has sentido. 

Fuente: IMujer

No hay comentarios:

Publicar un comentario