martes, 19 de agosto de 2014

El deporte: ideal para aliviar las emociones

A cada estado del alma le corresponde una actividad física que ayudará a controlarlo con suavidad. Por ejemplo, la cólera nos da ganas de golpear con el puño, el miedo corta la respiración, la tristeza provoca las lágrimas, la amargura hace pensar…
Toda agitación del alma modifica el ritmo cardíaco, la respiración, la actividad muscular y cerebral, exactamente como el deporte. Razón por la cual, cuando una persona se ve sumergida en cierta negatividad, el ejercicio físico puede ayudar a encontrar el equilibrio.

El control de las emociones

Una emoción es algo bastante fugaz. Sin embargo, cuando se instala de forma permanente, deja de jugar su papel de alarma y se convierte en un estado de humor, y luego en algo temperamental. Muchos de los comportamientos, ya sea que se trate de tomar una decisión o de hablar con desconocidos, están regidos por la tristeza, la cólera, el miedo o la amargura, estados del alma que es importante saber canalizar.
El interés por el deporte es ante todo fisiológico. La actividad física consume cortisol, la hormona del estrés, evitando que esta no consuma a la propia persona. A su vez, produce endorfinas, las hormonas del bienestar que nos permiten sentirnos bien y evitar que las emociones negativas tomen el control de nuestras vidas. Igualmente, la actividad física ofrece valores que se deben adoptar para mejorar el estado del espíritu. Hacer pasar la energía de la emoción por el cuerpo permite dejarle expresarse sin buscar forzosamente tener que dominarla. Después, se puede observar desde otro ángulo y darle sentido.
Conviene moverse con un espíritu "de plena conciencia": desarrollando una cierta acuidad gestual se abre otro canal de expresión para transformar la vida emocional. Conviene identificar la emoción dominante que controla el temperamento y disfrutar del buen tiempo para probar una actividad física bien adaptada: la que empuja más allá de los límites para alcanzar la realización personal.Tampoco conviene olvidar de estar atentos al placer que esta puesta en movimiento ofrece: buen humor, bienestar físico, estima de uno mismo, creatividad, sociabilidad.

La tristeza

Forzarse a no estar tristes es indispensable para recuperar el sabor de la vida, pero más vale estar acompañados por alguien de confianza para no sentirse desfasados en una atmósfera lúdica, puesto que podría causar hastío.
Es recomendable pasar a la acción y al contacto, puesto que la tristeza tiene tendencia a engendrar inmovilidad y repliegue sobre uno mismo. No se trata de ponerse en activo, sino más bien de forzarse a entrar en el juego, y dejarse llevar por la sonrisa comunicativa de los demás. Una actividad que permite aceptar la imperfección y el reparto de responsabilidades será beneficiosa para quien tiene tendencia a refugiarse en la depresión y despreciarse.
Sin duda alguna, la práctica del deporte es una buena forma de aliviar las emociones. Por eso, ante cualquier malestar emocional estás a tiempo de salir a correr, nadar, bailar... en pocas palabras: la actividad mejora tu salud, no solo física sino también emocional.

Fuente: IMujer


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